“Hubo un tiempo en mi país cuando la gente sentía el espíritu de la Navidad en el roce fresco de la brisa sobre la piel cansada del verano y cuando cándidamente le latía alborozado el corazón”. Con este párrafo, la pianista y escritora Aída Bonnelly de Díaz inicia el último capítulo de su obra Retablo de costumbres dominicanas, dedicado a la Navidad en República Dominicana.
Esta obra ofrece interesantes descripciones sobre las maneras y los hábitos de dominicanos y dominicanas entre las décadas de 1930, 1940 y 1950 del pasado siglo. Uno de los apartados más interesantes del capítulo tiene que ver con los postres y las golosinas consumidos en aquella época.
Por ejemplo, después de la Misa del Gallo, las familias disfrutaban de una cena que incluía frutas que eran consideradas “exóticas” como las manzanas, las uvas y un tipo de ciruela llamada “amorosa”. En esta categoría también entraban las nueces naturales o en garrapiña, es decir, solidificadas en una especie de sirope de azúcar de caña.
Entre los dulces más exquisitos figuraban también los confites de licor, los dátiles africanos que llegaban al Cibao desde España y los turrones de Alicante. Con el transcurrir del tiempo y, sobre todo, con la apertura de nuevas rutas comerciales, muchos de estos productos dulces fueron desapareciendo o cedieron espacios a otros como los caramelos de importación (menta, mantequilla, canela).
En la actualidad, la Navidad dominicana sigue siendo igual de dulce, pero en las mesas, además de las golosinas ya mencionadas, es normal que encontremos postres caseros como el famoso bizcocho navideño, bien regado siempre por el rico ponche elaborado a base de huevo.
¿Y tú? ¿Tienes una dulce tradición para estas fiestas?