Cada día es más común que surjan detractores de varios alimentos. Personas que han hecho del comer saludable una versión restrictiva, para nada atractiva y, en algunos casos, castigadora. El azúcar ha caído en la lista negra de este tipo de personas, quienes aseguran que consumir azúcar es “veneno”. Por eso, muchas madres han apartado a sus hijos de este producto.
¿Pero es realmente sano obligar a los hijos a no consumir azúcar en absoluto? La respuesta, según la especialista en nutrición, Kharem Marín y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es que no es recomendable.
“No es bueno ser tan prohibitivos ni restrictivos con los niños en cuanto a lo que comen”, asegura Marín. “Con la salvedad de que sean bebés lactantes o muy pequeños. En estos casos en específico se recomienda no incluir alimentos procesados, ni químicos”.
El consumo de azúcar diario mínimo para un niño debería ser de al menos el 10 por ciento de toda su ingesta calórica. En este sentido, Marín explica que “más que la prohibición del azúcar, las madres y los padres deberían enfocarse en crear buenos hábitos alimenticios en sus hijos. Es decir, evitar dietas ricas en grasas, comida chatarra y procesadas”.
Además de la energía que el azúcar aporta al organismo (pues la glucosa es una importante fuente para el cuerpo y para las funciones cerebrales), también es un elemento socializador en la infancia.
“Restringir a los niños el consumo de azúcar puede hacer que no se relacionen bien con sus pares, pues a la hora de ir una fiesta y que no puedan comer pastel, es posible que se sientan excluidos y que más adelante traiga consecuencias emocionales”.
En otro orden de ideas, la especialista señala que, actualmente, son cada vez más los jóvenes que muestran interés por alguna disciplina deportiva, llevándolos incluso a ser profesionales en la adultez.
“En el caso de un niño que realice deportes de alto rendimiento, necesitará consumir muchas más calorías que un adulto (al menos 3.000) y, por supuesto, el azúcar y sus derivados como la miel, el jarabe de arce y la fructuosa, entre otras, serán las fuentes de energía más rápidas y eficientes que podrán consumir”, dice Marín.
Para concluir, la especialista advierte que las dietas tan restrictivas en los jóvenes pueden provocar desórdenes alimenticios a largo plazo.
“Cuando los niños llegan a la adolescencia, comienzan una etapa de auto valoración, en la que buscan una imagen casi irreal y la aceptación de la sociedad. Cada día quieren llegar a ciertos cánones de belleza corporal que les provocan presión psicológica y social. Pero, si, además, crecen satanizando carbohidratos y azúcares, la situación será mucho peor”, comenta Marín.
Por tanto, nuestra recomendación es no prohibir ningún alimento a los pequeños, salvo que sufran de alguna condición de salud que les impida su consumo. Como padres y madres, inculquemos en ellos la moderación y disfrutemos de su crecimiento.
Fuente: Esto es azúcar